Empecé mi trabajo terapéutico sin saber muy bien lo que hacía y a donde me dirigía, hice las paces con papa y mama, abrace a mi niña interior, revise a mis ancestros, comencé a darme cuenta de las verdaderas razones por las cuales me sentía de esa manera, así, las terapias que se convirtieron en mis grandes aliadas de sanación, crecimiento, conciencia, aceptación y perdón, hice de ellas una forma de vida y profesión, llevándome a encontrar mi poder, amor a mí, sentirme segura, tranquila, feliz y desde ese momento libre de ser y hacer. 

En este caminar he descubierto que gestionar lo que siento de una forma sana, me ayuda a conocerse y a tomar decisiones de forma acertada y lo más importante a encontrar aquello que desde el principio buscaba, saber quién soy y de qué forma decido compartirlo con los demás y sigo en el camino, porque una vez que empiezas, no hay marcha atrás.